El 6 de Julio partimos hacia el cabo de Gata.
Emprendimos un largo y arduo viaje en una de las peores fechas posibles, el
inicio del verano. Lo recuerdo como si hubiera ocurrido ayer mismo.
Todo se remonta a una discusión de mis padres, que
tuve la suerte de oír. Charlaban acerca de que la familia pasaba poco tiempo junta, entre
el trabajo ajetreado de mi padre y los viajes continuos al extranjero de mi
madre. Decidieron ir de viaje a un sitio bonito y alejado, a poder ser con playa.
Al no tener espacio en el maletero decidimos llevar las maletas en la baca,
gran error por nuestra parte, más tarde os comentaré por qué. Partimos, pasamos una hora sin ningún traspiés, sin carreteras congestionadas
ni transito exagerado. No sabría decir bien porque, si fue solo un arrebato momentáneo o un impulso de
adrenalina, que hizo que mi padre acelerara de 80 a 140 en un momento. y en ese
entonces la baca salió disparada hacía atrás. Supongo que el orgullo que habitualmente tenía mi padre mezclado con
la vergüenza de su estrepitosa metida de pata hizo que durante las próximas horas se
encontrara irascible con el mundo y cauto con el control del automóvil.